🧙♀1...2...3... ¡Érase una vez!📚
<<Parlanchín era un lorito muy aventurero.
No acababa de romper el cascarón y ya lo tenía claro: un día volaría hasta las nubes del cielo.
Su mamá, sonriente, le animaba cada día: si tan lejos quieres volar debes comer y dormir mucho. Te tienes que preparar.
Un día se sintió listo, miró hacia arriba y salió disparado.
Pero tan alto volaba que necesitó descansar y se encontró una amiga inesperada...>>.
En este precioso cuento, su autora, nos cuenta una historia (bellamente ilustrada por ella misma) sobre la insaciable curiosidad con la que nacen "las crías", que es precisamente la que les guía por los senderos del aprendizaje.
Es increíble verlos cómo desde bebés, ya empiezan a ser conscientes de todo cuanto les rodea: los olores, los sonidos, los sabores...
Las crías (sean de la especie que sean) nacen frágiles en muchos aspectos pero en otros, aunque no lo parezca, tienen ciertos sentidos muy agudizados.
No es casualidad: su destino es sobrevivir.
En nuestro caso, en los humanos, es algo aún más extraordinario.
Me acuerdo que mi abuelo siempre decía: “somos el animal más tonto: un cervatillo se levanta nada más nacer y nosotros…”.
Nosotros traemos otras cosas que, en un primer momento, pasan desapercibidas.
Esa curiosidad innata que nos despierta, que nos impulsa a andar… ese querer ver, tocar y saberlo todo… esa inagotable energía… nos prepara para la vida.
Los interminables “Mamá, papá… de mayor quiero ser…” son la clave de todo.
Porque ahí, nosotros, los padres, jugamos un papel fundamental.
La perseverancia es una de las herramientas más esenciales en las que debemos basar la educación de nuestros hijos: con ella combatirán la frustración, reforzarán la confianza en sí mismos y será más difícil que no logren todo aquello que se propongan.
Ellos nacen preparados PARA CUALQUIER COSA y ahí estamos nosotros, los papás, para hacerlos crecer creyendo que no existen límites para todo lo que se propongan.
Esa es la verdadera crianza: la consciente, la respetuosa, la positiva. La que dará como fruto a los grandes adultos de mañana.
Escribe e ilustra: Ruth Perdiguero
Edita: Editorial Gunis
(*) Más imágenes del interior en nuestro Instagram @123eraseunavez.